David Tirado

El arte de David Tirado se nutre de diversas corrientes y estilos tanto nacionales como internacionales. De tal manera, el artista a través de sus obras nos recuerda las maravillosas paletas de Tamayo, Barragán y González Camarena. Asimismo, las audaces composiciones de Gerzo y Varo, al igual que múltiples evocaciones plásticas de destacados artistas europeos. Por lo tanto, sus piezas mezclan, a la par, mágico surrealismo, astuto expresionismo, limpio geometrismo, complejo cubismo, misterioso abstraccionismo y, por supuesto, la formidable escuela mexicana de pintura. Por ello, varias de sus temáticas y abordajes pictóricos nos remiten a cuestiones metafísicas y existenciales.
Algunas enigmáticas mujeres protagonizan sus telas, éstas se caracterizan por manifestar anatomías geométricas o, más bien, de aspecto poco orgánico. Curiosamente, suelen estar inmersas en fondos llenos de formas naturales, vegetales o simplemente extrañas. Ellas proyectan un cierto erotismo por entre las líneas, sombras y luces de sus cuerpos. Sus rostros nos resultan intrigantes. El manejo del color llama la atención por su fuerza e intensidad. Por otro lado, el autor plasma la sencillez de una casa del campo con pinceladas un tanto fauvistas, naif, postimpresionistas y, en especial, cargadas de tonalidades de un purísimo y esmerado sello expresionista.
Su pincel inquieto barre tonos oscuros por entre los claros y viceversa. En sus cuadros, personajes solitarios y surrealistas atraviesan lugares oníricos y subconscientes. Algunos son un tipo de retrato fijo, mientras que otros se descomponen dinámicamente de modo cubista. No cabe duda de que todos ellos poseen un aire vanguardista del siglo XX como el futurismo y el art Nouveau. Sin embargo, su pintura tiende más bien hacia la abstracción, acaso con un elemento figurativo central. Por ejemplo, su serie de sillas en la que se representan como objetos aislados y descontextualizados, pero rebosantes de significados personales, tales como vivencias familiares, recuerdos laborales y memorias íntimas y espirituales.
Los espacios arquitectónicos, ya sean abiertos o cerrados, son también armoniosas recurrencias en sus lienzos. Éstos juegan con la luz y la oscuridad, con las figuras, las proporciones y las perspectivas. La tendencia a geometrizar y abstraer, porque sí los planos visuales son una parte fundamental de su arte que culmina en una rica estética mexicana contemporánea. Sus rojos, rosas, azules, grises y amarillos logran imponerse y ganarse, merecidamente, un lugar destacable entre los cromatismos más selectos del arte emergente.

Adriana Cantoral