Jessy Gómez
Published by Adriana Cantoral,
A la oscuridad de los lápices y a la luz del papel Jessy Gómez observa con detenimiento el estado de ánimo de los rostros que dibuja. Se tratan de niños, jóvenes y celebridades, tales como actores, cantantes, modelos, políticos, entre otros. Cabe destacar que en cada uno de sus retratos, con sencillos y finísimos trazos hiperrealistas, detalla las señas particulares, describe a la perfección las facciones, se conecta con las expresiones, empatiza con los gestos, se adentra en la personalidad, se interna en el alma, resuena con las emociones y vibra con las historias de sus personajes. Sin duda, esa complicidad de miradas entre la artista y las caras que retrata se percibe en el brillo de los ojos y en la gestualidad de los grises, en su desvanecimiento, por medio de efectos de difuminado, sombreado, aclarado, a la vez que de diversas texturas.
Asimismo, llama la atención una luminosidad cálida y constante que rodea a las líneas faciales, una armonía en lo monocromático de los cabellos y la ropa, un maravilloso dinamismo del grafito en los detalles, un dibujo natural muy suelto y, no se diga, una gran versatilidad de matices y combinaciones que va encontrando en un solo color. Por lo tanto, sus obras están llenas de vida, sus personas nos miran en silencio, expresando lo que sienten en su interior. Justamente, con esa sensibilidad, la autora va acompañando a sus protagonistas de elementos surrealistas como mariposas, flores y colibríes. De igual modo, su paleta se va alejando de lo neutral coloreándose de rojo, azul, amarillo y demás tonalidades hasta llegar a un vistoso y contrastante estilo pop.
En ese sentido, el buen gusto, la distinción, el refinamiento, lo femenino en su máxima expresión, la moda y el glamour revisten a sus piezas de elegantes collages en donde relucen diferentes mujeres, íconos de la pantalla, en completa sensualidad y ataviadas de naturaleza primaveral. Se muestran como en un selecto desfile de imágenes, dignas de portada de exclusivas revistas. En definitiva, la pintora comienza su proceso creativo con una idea que esboza una sonrisa visual en el soporte, captando la esencia, que va mostrando sus rasgos característicos poco a poco para después tomar una forma autónoma más allá de lo dibujado y, por ende, culmina en la manifestación pura del espíritu del retratado.
Adriana Cantoral