Juan Gasca

Las composiciones de Juan Pablo Gasca nos recuerdan a las de Juan Gris, Pablo Picasso, Piet Mondrian, Fernand Léger, Charles Green Shaw o Manuel Felguérez. Cabe destacar que el sentido matemático y meticuloso de sus obras es notorio, puesto que el pintor mide, examina con números y calcula de extremo a extremo la superficie de la tela. Sus formas, de proporciones precisas, brindan una armonía visual que únicamente puede proceder de la exactitud aritmética. A veces se da la licencia de incorporar sinuosidades, ondas y curvas que, de igual modo, se apegan a una estética rigurosa, no obstante bella. Asimismo, sus creaciones son bidimensionales, ya que describen un interlineado, bien definido, dentro del cuadro, a la vez que un sombreado por entre las siluetas.

Por lo tanto, sus piezas dan la impresión de ser cuidados collages repletos de cuadrados, rectángulos, triángulos, círculos, óvalos y demás ángulos rectos que interactúan entre sí con suma versatilidad y autonomía. Por un momento, o más, nos olvidamos de que se tratan de simples figuras geométricas perfectamente acomodadas u ordenadas sobre el lienzo, debido a la espontaneidad que consigue el artista a través de sus trazos. Inclusive, dispone las líneas con la intención de crear un efecto óptico de movimiento interrumpido, porque de repente llega a prescindir de rectas o entramados para separar los elementos geométricos y, a pesar de ello, es posible seguir su lento dinamismo.

Otro aspecto relevante en sus piezas es su paleta que tiende a ser discreta y cerrada, porque está poblada de grises y de mezclas de éstos con los demás tonos complementarios. Es curioso que los colores sean solamente variaciones de un mismo color, por ejemplo, vemos azules, morados, verdes o neutros que corresponden a la misma escala cromática. Eso nos habla de un complejo estudio no nada más geométrico, sino también lumínico y visual. Aunado a lo anterior, el autor trabaja la superposición de los planos, por medio del rellenado de un color muy similar en la zona invadida, es decir, las figuras pierden sus contornos de manera parcial y sin que se alteren sus límites, porque están iluminadas con colores muy parecidos o afines.

Si bien, no todo es geometrismo para Juan Pablo Gasca, puesto que a la vez ha trabajado el expresionismo abstracto. Aquél que se caracteriza por brochazos no planeados e inesperados, así como el poco control de sus dimensiones y de sus combinaciones con otras tonalidades. En este caso, el creador deja de lado la exigencia formal para dar pie a otro lenguaje pictórico que, paradójicamente, regresa al juego geométrico el cual consiste en mostrarnos la esencia casi completa de los componentes, porque siempre, de uno u otro modo, se interpondrá una figura sobre la otra y permaneceremos con la incertidumbre de aquella parte oculta o poco visible. Lo suyo, es un cinetismo pausado sin duda.

Adriana Cantoral

Juan Gasca 2021
La tersura del color que respeta la textura natural de la tela, la paleta estudiada y la pincelada tardada son constantes en las obras de Juan Gasca. El artista suele inspirarse en antiguos bodegones prestando especial atención a la disposición y proyección de las formas en el espacio, así como a las luces y sombras de los objetos. De tal modo, en sus abstracciones coexisten círculos, cuadrados y triángulos, en su más pura expresión, ensamblados con una suerte de figuras geométricas residuales que armonizan la composición. Cabe destacar que hay una lógica detrás de cada uno de los componentes del cuadro, pues no en vano se representan de manera abstracta.
Ese lenguaje de geometrías inconclusas, las correspondencias entre el todo y las partes, las relaciones de lo arquitectónico y lo construido, al mismo tiempo que el análisis simple de la línea trazada juegan una y otra vez en sus lienzos. Ciertamente, el pintor es un admirador de los trazos rectos que se quiebran y ocasionalmente ondulan. En ese sentido, sus piezas son como rompecabezas surrealistas, ya que están abiertos a nuevas interpretaciones visuales, poseen inimaginables perspectivas y gozan de lúdicos enfoques. Asimismo, se disponen a mostrarnos las caras ocultas y alteradas de las figuras, sus volúmenes y diseños, al igual que su secreto y silencioso movimiento.
Aún más, lo rectilíneo, específicamente lo diagonal, es el eje gestual de su abstracción. Ésta se halla repleta de relieves triangulares y colores armónicos con su gama de azules. Parecen ser veleros en altamar, papalotes al viento, aleteos de otras dimensiones, relojes de arena, mosaicos alterados, tableros oníricos, maquinarias del futuro, caleidoscopios mágicos, castillos de naipes, papiroflexias curiosas, ventanas prismáticas o acertijos matemáticos. No cabe duda que la combinación óptica de los planos le da una cierta tridimensionalidad a sus creaciones. Llama la atención también que en contraste con ese entramado anguloso, el autor añade rectas paralelas o rectángulos, como para acentuar la fuerza expresiva de determinados patrones.
En definitiva, con suma calma y sensibilidad para con las formas estructuradas, ordenadas y bajo control Juan Gasca delimita la arista del vértice, el entrecruzamiento de la disyuntiva, el equilibrio de la perfección, a la vez que el sentimiento de la emoción. Su pincel de temple ataráxico y de profunda vocación abstracta logra plasmar el dinamismo que esconde el universo geométrico, las sensaciones reflexivas que nos provoca, las simplificaciones y soluciones que apreciamos, los ritmos y las transformaciones implícitas que no alcanzamos a ver a simple vista, las bellezas sencillas que nos deleitan, las vibraciones peculiares que nos atrapan y, en particular, las manifestaciones gráficas del pensamiento en quietud.
Adriana Cantoral