Layda Rodríguez

Conexiones intuitivas son las obras de Layda Rodríguez, ya sean representadas a través de composiciones abstractas o expresionistas. En las primeras, la artista recrea sobre la tela una alquimia fascinante de texturas, relieves, entramados, consistencias, densidades, así como de colores mezclados entre sí. Por ello, al observarlas en sus lienzos nos conectamos inmediatamente con la tierra misma; con sus rugosidades y asperezas en la superficie, en contraste con sus humedades en las profundidades. Asimismo, con los accidentes y formaciones espontáneos de la naturaleza y porqué no del cosmos entero. Sin duda, las combinaciones de diversas técnicas, guiadas por su intuición, dan como resultado una exquisita variedad de atmósferas.

Cabe destacar que en su proceso creativo, de búsqueda y experimentación constantes, abstrae las tonalidades, es decir, las traza intuitivamente hasta que siente cómo la pureza del color sale a relucir. De igual manera, plasma esas resoluciones cromáticas con ritmos naturales, del alma, que fluyen y se esparcen de pieza en pieza. Por lo tanto, conjuga en armonía la danza colorida de pintura, ya sea óleo, tintas o acrílico, las luces y las sombras con el trazo instintivo que va surgiendo al compás del pincel, la espátula y su corazón. La materia pictórica adquiere, entonces, en sus cuadros una musicalidad, un aspecto dinámico, versátil y espiritual. Se distingue por ser honda y traslúcida como el agua, fuerte y transparente como el viento, entrañable e íntima como el suelo y vibrante y explosiva como el fuego.

Justamente el movimiento incesante, natural e irreflexivo de sus manos le permite realizar retratos de mujeres con un expresionismo sencillo que en los rasgos faciales femeninos lo encuentra todo para gestualizar y dramatizar. De tal modo, sus personajes gozan de un carácter propio, de una belleza singular; con encendidos labios sensuales, grandes miradas inciertas, rostros muy emotivos, muecas asimétricas, cabellos rebeldes y semblantes curiosos. Inclusive, pueden tratarse de lúdicas e inconscientes facetas de la pintora. Sin más, son una serie de musas inventadas que miran de frente, con radiantes tonos, emociones fuertes y sensibilidades a flor de piel, sobra decir que son pintadas en automático, con la sola ayuda de la imaginación.

Por ende, entre la ficción y la expresión femeninas, la autora detalla distintas caras desconocidas, pero conectadas entre sí, narra su esencia intacta, describe las marcas de sus sentimientos, dibuja su espíritu, las costumbres que las diferencian, a la vez que resalta sus historias más intensas con unas cuantas líneas y pinceladas. Nos muestra realmente lo que son ellas, aquello que viven y anhelan con la totalidad de su ser.

Adriana Cantoral