Luly Santos

Las abstracciones de Luly Santos florecen en sus telas como sublimes encuentros entre lo natural y lo abstraído. De tal manera, a través de un lenguaje pictórico totalmente alejado de la representación realista pinta a la naturaleza. Esta paradoja visual y creativa nos pone a reflexionar en cómo interpretar su obra; acaso es mitad figurativa y mitad abstracta o quizás es la descripción de la perfecta y sensible unión de ambas. De cualquier forma, sus cuadros nacen desde su interior, lo más preciado que tenemos los humanos, y llegan hasta los adentros de quien los admira. Se tratan de piezas con atributos trascendentes y características espirituales, tal cual sus atmósferas ocres y blanquecinas llenas de claras sombras de pinceles y brochas.
Sus trazos orgánicos hacen de las flores seres etéreos que se disuelven en la composición luminosa. Asimismo, esa luz vaporosa difunde delicadas nubes de cafés, marrones, pardos, dorados, azules, verdes y grises alrededor de imágenes y alusiones femeninas. Por lo tanto, mujeres y mariposas se volatilizan en medio de finos velos coloreados. De algún modo éstos son transparentes, pero en conjunto se iluminan de tonalidades, los unos con los otros, dando como resultado una suave y tenue bruma. Ese efecto aireado, de delgadas veladuras coloridas, contrasta armónicamente con las texturas y relieves de sus creaciones. Esas raspaduras le otorgan a la obra un carácter que se arraiga en la expresión y manifiesta múltiples gestualidades.
Por otro lado, el movimiento en sus abstracciones más lúdicas se integra de dinámicas manchas pintadas de marinos, turquesas, beiges, magentas o negros, agitada pintura vertida, rítmicas pinceladas y musicales líneas. Todas ellas muy remotas de cualquier realidad objetiva o naturalista. No representan más que proyecciones puras de sentimientos y emociones, así como de raciocinios sobre lo eterno. Sin duda, la materia pictórica en sus lienzos bien flota como una sutil neblina o echa raíces en el soporte como un territorio fértil de luces que engalanan oscuridades, poblado de interesantes combinaciones de tonos, estéticos matices, profundidades espesas, a la vez que de plegaduras expresivas y latentes superficies arenosas.
En definitiva, el arte de Luly Santos nos remite a lo ilimitado, a aquello que existe por fuera de lo real y se constituye de sencillas figuras humanas, tensiones matéricas que se apegan a la tela surcándola, marcándola y arrugándola, al igual que de libres y livianas mezclas de colores que fluyen por el aire.
Adriana Cantoral