Mónica Rangel Havaux

Entre lo lineal, lo ilusorio, lo alterado, lo dramático, lo arquitectónico y lo perspectivo se perfila la obra de Mónica Rangel Havaux. En ella se disuelven los reflejos y las sombras de los objetos, concentrándose así, en espejismos que se nos presentan como reales, por ejemplo, estructuras de edificios, figuras en el horizonte, a la vez que paisajes urbanos y naturales con distintos efectos visuales. Esa dualidad de aquello que se refleja y sombrea sobre una superficie nos propone otra visión de la existencia, pues desafía eso que estamos acostumbrados a mirar y observar. Sin duda, fotografía para dinamizar lo estático.

Las luces, velocidades y texturas también forman parte fundamental de sus creaciones, inclusive, somete sus capturas análogas e impresiones digitales a complejos procesos pictóricos hasta convertirlas en una especie de piezas gráficas o fotopinturas. Por lo tanto, su intención es la de mostrarnos una imagen modificada respecto de su referente. Sus juegos de vistas, el contraste de sus visualizaciones, los posibles enfoques, las ópticas alternas y los diferentes panoramas nos hacen especular en que detrás de su lente, nada es lo que parece.

En su imaginario, las personas son pretextos estéticos, seres que rondan espacios, atraviesan ambientes y andan en lugares. Sus momentos fotográficos expresan sentimientos de seriedad, melancolía, nostalgia, soledad, silencio, iluminación del alma, armonía, esperanza, así como emociones relacionadas con entornos claroscuros, angulosidades o sinuosidades, colores sutiles, matices brillantes, tonalidades medias, planos atemporales y reflexiones de luz que pintan y revelan instantes, y estados efímeros del ser. En definitiva, su cámara capta la esencia de las líneas, las siluetas y las oscuridades.

Mónica Rangel Havaux nos devela su contemplación del mundo por medio de imágenes que superan la simple noción de belleza.

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Adriana Cantoral