Paulina Rodríguez

La obra de Paulina Rodríguez abre las posibilidades a múltiples interpretaciones, si bien, ésta surge desde su interior para dirigirse hacia la interioridad del observador. Se trata así de la auténtica expresión del espíritu en sus cuadros, en los que, aunque parezcan titubeantes, yacen geometrías, al igual que ángulos dinámicos, por otro lado, se convulsionan libres flujos de colores y contrastes. Cabe destacar que la artista ejerce un control de la pintura, pues se vislumbran sobre la tela las decisiones previas en cuanto a la disposición de los tonos, trazos, volúmenes y composiciones.
Asimismo, llaman la atención sus estructuras en medio de más abstracciones, el juego de formas cuadradas que se sobreponen las unas con las otras, las explosivas combinaciones cromáticas y el movimiento en sus creaciones líricas. Es evidente que la autora no trabaja con manchas ni manchones, sino que inserta en el lienzo cierto orden y secuencialidad. El azul es uno de sus motivos estéticos, acaso por su versatilidad en la paleta o quizás por su intrínseca forma de manifestar emociones. Otras tonalidades como neutros, rojos, tierras, ocres, turquesas, morados y verdes suelen revestir la pureza del añil, del cielo, del ultramarino o del prusiano, según sea el caso. Sin duda, entre texturas y relieves de rectas que se tocan por los cuatro lados y atmósferas etéreas, sentimentales, su arte se entrega a lo que le dicta el alma.
Adriana Cantoral