Ulises Platas

Lo brusco, lo que solo puede pintarse así, lo arrebatado, lo súbito, lo repentino, lo exagerado y lo imprevisto se manifiestan en la obra de Ulises Platas. De tal modo, el pintor se precipita en el expresionismo abstracto, a veces figurativo, en sus telas. En ellas exterioriza signos inconscientes de la muerte, grafías urbanas, trazos callejeros, ciudades nostálgicas, flores retorcidas, sabios ancianos, bailes folklóricos, diablos de carnavales, personajes desencajados, chamanes y magos, rostros alterados, miradas penetrantes, seres circenses, entre otros. Sin duda, sus composiciones son locuaces, sus pinceladas ásperas, sus líneas explosivas, sus colores palpitantes y en sus lienzos vociferan los muros citadinos, tal como en los cuadros de Basquiat.

Esas atmósferas ruidosas que pinta; llenas de rayones, texturas, relieves, grosores, abstracciones, desórdenes y confusiones nos conectan con un dinamismo angustiante, un neoexpresionismo con fuerte influencia zapoteca y un primitivismo desenfrenado. Lo inquietante de sus brochazos, que se desdibujan y pierden hasta raspar, nos conducen por un intrincado de gestualidades revueltas, figuras reconocibles, dibujos acelerados, luces y sombras contrastantes, así como paletas bien estudiadas. Lo mismo expresa con tierras, negros, rojos o azules que con olivos, amarillos, blancos o rosas. En definitiva, demonios, caras frenéticas, seres enajenados, materia que escurre y se mezcla sucesivamente en lo amorfo, a la vez que zonas saturadas de tonalidades nos muestran una estética abrupta, poderosa, intensa y fascinante.

Evidentemente el arte bruto, el grupo Cobra y las corrientes similares se reflejan en lo aterrador, lo caótico, lo grotesco, lo siniestro, lo perverso, lo exaltado, lo agitado, lo convulso, lo ansioso, lo horrendo, lo terrorífico y lo absurdo de su pincel. Éste se pierde entre la espesura y la densidad de lo pintado, lo trazado, en el gesto exacerbado y en la resistencia de lo delineado y delimitado porque en medio de tanta barahúnda cromática se perfilan y distinguen varias creaturas psíquicas, neuróticas, pulsionales, narcisistas… asomadas desde la oscuridad más profunda del inconsciente. Su existencia es permanente, pero no siempre descubierta. En todo caso está latente y recrudecida en las creaciones del artista. Quizás también en nuestras peores pesadillas.

Adriana Cantoral