Verónica Ibargüengoitia

Sin la certeza de pertenecer o no al espacio y sin saber si estamos dentro o fuera, atrás o adelante de las dimensiones que pinta Verónica Ibargüengoitia, nos situamos frente a sus obras buscando algún acceso o salida visual hacia ellas. La pintora detalla arquitecturas y geometrías diversas, asimismo juega con diferentes planos, iluminaciones y oscuridades. Permea un ambiente apacible en sus composiciones, aunque no queda claro si lo que existe es el vacío o la presencia. Al parecer, esa es su intención; adentrarnos en perspectivas caprichosas, fluctuantes y accidentales. Laberintos son sus cuadros, que nos recuerdan a Escher con sus panoramas imposibles, subidas y bajadas repentinas y escenarios inquietantes. De igual modo, la artista nos conduce por escalinatas ascendentes, nos guía por ventanas descendentes, a la vez que nos muestra muros, columnas, esquinas, pisos y techos ficticios. En sus piezas la realidad o lo real salen sobrando, ya que pretende que el observador recorra de manera intrigada sus telas y murales. Puertas lejanas, pasillos que no dirigen a nada, destellos en la negrura, sombras en la blancura, claroscuros ilusorios, habitaciones inciertas, lugares sin tiempo, sitios anacrónicos, formas de otros universos, paredes indefinidas, niveles confusos, vistas que provocan vértigo, días y noches alterados, salas que no esperan a nadie, sitios solitarios, pasadizos con direcciones infinitas, espirales surrealistas y dónde todo puede suceder conforman su Arte.
Adriana Cantoral